…conecté con el discurso interior en el que andaba por estos días. La idea de que “estoy desempleado”; las ausencias de la tierra y la percepción de que esta navidad no será tan abundante como solía serlo…
Hoy salí a la calle como cualquier otro día a hacer las vueltas de rigor.
Me propuse reproducir uno de los primeros ejercicios de mi formación como coach ontológico: observar todo lo que me rodeaba y contemplar los detalles de cada elemento que iba apareciendo en mi caminata y conectarme con ellos.
Comencé por observar la “gran pantalla” que se ponía frente a mí de la carrera 11 con todo el verde y el ruido que la caracteriza.
La brillante luz del sol producía unos tonos más intensos de verde que de costumbre. Un cielo absurdamente azul y sin una rasgadura de nube que hacía que se viese mucho más profundo y el frío que me hizo aferrarme a los bolsillos de mi chaqueta. Fue allí cuando empecé a escucharme.
Con estas sensaciones, sin proponérmelo y al contrario de lo que pretendí al iniciar el ejercicio, conecté con el discurso interior en el que andaba por estos días. La idea de que “estoy desempleado”; las ausencias de la tierra y la percepción de que esta navidad no será tan abundante como solía serlo.
Me di cuenta que estoy lleno de juicios acerca de lo que significa tener una Feliz Navidad. El gran proveedor que habita a ratos en mí me hizo sentir triste: “si no hay grandes regalos no hay navidad…”
Comencé entonces a fundar mis amados juicios:
En primer lugar, si estoy desempleado. Una verdad más grande que una catedral. La parte de la frase que no estaba mirando es que ahora soy un emprendedor y, como tal, soy mi propio patrón; cosa que debo incorporar a mi coherencia después de más de 20 años de estar bajo relación de dependencia. Esto trae consigo un tremendo cambio en mi manera de ver el trabajo y la posibilidad de diseñar mi futuro a la medida.
Las ausencias de la tierra son un hecho; la diferencia está en cómo me la quiero vivir. El estar fuera de la patria genera una sensación de “in-completitud” si es que esta palabra existe y si no, con el permiso de la real academia, recoge lo que me pasa a mí en este exilio auto-impuesto. La tradición de las reuniones familiares, el amigo secreto, los intercambios de regalos, la gaita, el ponchecito y tantas cosas que como venezolano dejé atrás por la decisión de una vida más segura para mí y los míos. Elegí entonces pararme desde la aceptación y un poquito más allá para SER con esa realidad, entonces apareció el inventario de lo que si tengo: mi familia, la tranquilidad de saberlos protegidos, la posibilidad que me abrió esta tierra de hacer lo que me gusta, la bendición de tener un hogar y mucha gente quienes han abierto las puertas de sus casas y de sus corazones y nos han permitido ser parte de su historia. Esto hace que la ausencia migre a un espacio de esperanza y re-encuentros.
Por último, la abundancia que tanto agradecí en años anteriores sigue presente, solo que ya no desde un salario generoso. La abundancia está ahora en el espacio de lo que estoy en capacidad de dar como ser humano, desde una dimensión diferente. Parado desde allí, mis regalos de navidad salen no solo del bolsillo, salen también de mí ser. Ya no apabullo con regalos caros, joyas ni viajes desde la insuficiencia (algunos tal vez añoren esos detalles). En cambio, hago presencia con lo que soy y lo que tengo para dar: mi gratitud, mi vivencia y mi posibilidad de co-existir y co-habitar con quienes me rodean; abriendo un espacio para disfrutar y estar al servicio de otros. Aun cuando suene petulante o etéreo, puedo ser oferta desde mi esencia.
Mi reflexión es que puedo elegir como vivirme lo que me pasa con éstas y otras cosas. O bien me quedo en el discurso del dolor y la resignación por lo que ya no es; o me muevo al espacio de la aceptación y de SER con lo que sí es, complementando la visión y las declaraciones y entrando en una danza distinta con la vida: LA GRATITUD.
Y a mis amigos y familiares que leen esto, no se asusten ¡habrá regalos!
Aprovecho para desear a todos unas felices fiestas esperando que hayan logrado sus metas en el 2014 y que el 2015 esté full de buena energía y prosperidad.
Autor: Félix Viloria Landaeta